Nunca pensé que en tan poco tiempo pudiera recibir tanto. Esa es la frase que resume mi primer viaje a Dakar y al continente africano. Todo el equipo que formamos la delegación andaluza en las jornadas nos volvimos con la sensación de estar repletas. De información nueva, de sentimientos de lo más diverso y de energía positiva para continuar trabajando en un proyecto por un mundo más justo con todas las personas, con más amor. Las jornadas en la Universidad Cheikh Anta Diop sobre migraciones, familia y violencia fueron, desde el punto de vista científico y personal, increíblemente enriquecedoras y quedé muy sorprendida por la participación tan apasionada y pertinente de todas las presentes pues no es algo que esté acostumbrada a presenciar en las aulas y seminarios sevillanos, desafortunadamente.
Pero sin duda, el momento más entrañable del viaje fue la visita a la casa de Madame Ndèye Dagué Guèye y Monsieur Yatma Fall. Uno de nuestros cometidos del viaje era contactar con organizaciones de la sociedad civil senegalesa para invitarlos a participar de la Red Repensando África, que da origen a esta experiencia y conseguimos el contacto de esta pareja gracias a Ibrahima Diop, mi amigo y nuestro apoyo principal en la ciudad. De un día para otro consintieron en recibirnos en su casa y nada más y nada menos que ¡a las 9 de la noche! Es verdad que Dakar es una ciudad muy activa aún a estas horas, pero no es menos cierto que invitar a ocho desconocidos a tu casa a esas horas con las agendas que tienen no deja de ser sorprendente.
Ndèye Dagué Guèye es la presidenta del Comité de Mujeres de la Federación Senegalesa de Asociaciones de Personas Discapacitadas. Pero este título dice poco comparado con cómo es en realidad el trato con ella. La forma dulce y detallada de hablar de la señora Dagué contándonos las experiencias vitales que le hicieron ser la mujer que es ahora, cómo ha ido construyendo su vida a base de enfrentarse a los prejuicios de ignorantes, nos tuvieron embelesadas durante dos horas y nos dejaron con ganas de saber mucho más. Es sorprendente las ganas de continuar luchando por los derechos de todas las personas, pero en concreto de las mujeres discapacitadas en una ciudad dónde la accesibilidad brillaba por su ausencia muy a las claras. La capacidad de resistencia, unida a la esperanza y disposición de quien ha ido registrando logros en el tiempo, era evidente en cada frase que casi nos dictaba. Su interés por qué cosa le podían proponer esos ocho desconocidos y su agradecimiento por contar con ellos para continuar sus proyectos en conjunto me fascinó y me llenó de buena energía para seguir adelante con los míos propios.
Y no quiero dejar de mencionar a nuestra compañera Esperanza Jorge. Su exposición, así como la proyección de su documental fueron de las partes más duras del viaje, sin duda. La realidad de las mujeres víctimas de trata te descompone por dentro como ser humano…y eso siendo una mera espectadora de tercera. Me descompuse en llanto, pero al mismo tiempo me llegaron incluso más profundo que el sufrimiento las ganas y la esperanza que ella, y todas las compañeras que aun no estando presentes físicamente, se sentía que de algún modo la acompañaban,de que esa situación puede cambiar si todas las personas colaboramos de alguna manera.
Y esa actitud es la que me llevo de todo este viaje. De personas que aun sufriendo, o siendo testigo y fiel escriba de tan diversos sufrimientos sigan sonriéndole a la vida, mirando el futuro con esperanza y con fuerza para batir los retos que se planten por delante, abriéndole los brazos sin miedo a todo el que quiera colaborar en sus luchas, aunque sea con un mínimo gesto, que te devuelven con todo el agradecimiento del mundo.
Autora: Claudia Domínguez Navarro