«Las personas migrantes, objeto de negociaciones y desacuerdos políticos» Artículo de Rosa Choque sobre su viaje a Marruecos.

Soy Rosa, trabajadora social especializada en Estudios Migratorios. Pertenezco a colectivos activistas que trabajan en la Frontera Sur y en Grecia. El proyecto de investigación propuesto en Marruecos se basaba en investigar cómo la externalización de fronteras por parte de Europa legitima la violación de derechos humanos en la Frontera Sur y aumenta la discriminación racial.

RICOH IMAGINGEntre otras muchas cosas, mi estancia en Marruecos me ha ayudado a conocer el movimiento asociativo en relación a la migración, las diversas dificultades que encuentran, su visión y sus líneas de trabajo. De ello destaco que uno de sus principales objetivos es sensibilizar al estado de que unas de sus competencias es mejorar su administración pública y hacerse responsable de dar soluciones a los diversos problemas de la población, ya que todo compete a estas organizaciones. Además se encuentran con muchas dificultades a la hora de trabajar debido a la represión por parte del estado que procura que nadie manche la imagen de Marruecos. Otra es la financiación, la mayoría es recibida por parte de las cooperaciones extranjeras como la española y la suiza, y se ven obligadas a amoldar sus líneas de trabajo a los intereses de éstas para conseguir ingresos. En respuesta a todo ello, varias de las organizaciones se han unido en una plataforma para tener más fuerza ante las represiones, mejorar sus líneas de actuación y así trabajar en conjunto.

En relación a la Frontera Sur, las autoridades marroquís detienen de manera sistemática y con violencia a las personas migrantes que se encuentran en las ciudades y en las zonas boscosas limítrofes a la frontera, especialmente en Tánger y en Nador. Tras esto, las trasladan hacia el sur del país, donde son puestos/as en libertad y tienen que comenzar nuevamente su larga travesía. Con esto se cumple el objetivo establecido por Europa: alejar a los/las migrantes de sus fronteras sin mancharse las manos.

Todo este proceso se ejerce en un contexto de cambio político en Marruecos, que ha aprobado una política de integración y regularización de inmigrantes, ha entrado en la Unión Africana y ha solicitado su adhesión a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental. Este hecho no frenará la violencia que se ejerce en la frontera, ya que se seguirá reprimiendo a todas las personas cuya intención no sea residir en Marruecos.

La incompetencia por parte de Europa en solucionar su “crisis de derechos” junto a los beneficios e intereses de Marruecos, hacen que los derechos y las vidas humanas se apuesten en juegos políticos de negociaciones y desacuerdos entre países, donde las personas migrantes son objeto. Por ejemplo, los últimos saltos de las vallas de Ceuta y Melilla coinciden con varios “berrinches” por parte de Marruecos con Europa, que en varias ocasiones amenaza con dejar de controlar las fronteras si no consigue lo que le interesa.

En conclusión, las fronteras no frenan la migración, solo provocan el crecimiento de un movimiento xenófobo y racista, legitiman la violación de derechos humanos y ponen en peligro las vidas de las personas que quieran migrar obligándolas a realizar trayectos mucho más peligrosos.

Solo tienen un uso principalmente discriminatorio: determinan quién entra a una comunidad y quién se queda fuera, estableciendo así personas de primera y de segunda. Tenemos derecho a emigrar pero es el país de destino el que decide quién puede entrar y quién no. Hay mucho por hacer para que todos y todas tengamos una igualdad efectiva en ese derecho en un mundo en el que proliferan las fronteras a beneficio de unos países e incompetencia de otros.

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