SIENTO LO MISMO QUE TÚ AUNQUE NO ME VEAS

En estos días complejos son muchos los sentimientos que se están repitiendo en muchas casas y familias. Como tú, siento la angustia de no saber que nos deparará el futuro y eso me hace sorprenderme perdida en pensamientos llenos de miedo, luchando por controlarlos y centrarme en el aquí y el ahora. Como tú, siento el agobio de estar confinada en un espacio reducido y la presión de no poder circular libremente por miedo a las repercusiones que tendría. Y si salgo a la calle, aunque sea para realizar las actividades autorizadas, miro a los lados con nerviosismo, sintiendo inseguridad, miedo e intranquilidad como si estuviera realizando algo malo y pudiera recaer sobre mí el peso de las fuerzas del orden. Como tú, hago mil y una piruetas para lograr atender a l@s  niñ@s y poder trabajar, acabando estresada, cansada y con pena por no poder tener unas condiciones adecuadas para toda la familia.  También como tú, siento una pena profunda por aquellas personas que quiero y no puedo tocar ni abrazar. Más aún me paraliza el miedo de pensar que en esta situación, alguien amado pierda la vida y no pueda acompañarle en sus últimos momentos. ¡Que crueldad!

Como a ti,  mi vida se truncó repentinamente con esta nueva situación. Pero a diferencia de ti, esta situación no es nueva para mí, aunque si peor. Soy esa madre nigeriana que lleva años luchando por sacar adelante a su familia y que no tiene con quién dejar a sus hijos cuando va a trabajar. Soy la joven de Costa de Marfil que salió un día y no ha podido volver a su casa ni cuando falleció su padre porque “no tengo papeles”. Soy el joven que vende en los mercadillos y que con el dinero que gano al día, ayudo a mis hermanos y hermanas aquí y en Senegal, viviendo cada día con incertidumbre. Soy la mujer guineana que trabajaba como empleada doméstica, sosteniendo la capacidad laboral de esa familia, sin contrato, porque no tengo papeles.

La angustia por la incertidumbre, la profunda tristeza por la separación, el dolor de no poder estar con quienes quieres aun cuando estén a punto de perder la vida, sacar a tus hij@s adelante sin poder dejarlos con nadie pero teniendo que trabajar… Todo eso, todo eso y mucho más siento muchos días. Y sueño como tú en volverme a encontrar con los míos, pero no podré porque un papel me lo impide aun cuando me llamen y me digan que mi hijo está enfermo.

Siento como tú, pero no me ves. No porque estés encerrad@ en tu casa o no puedas salir. No me ves porque este sistema me hace invisible aunque esté ahí. Y hoy vuelvo a ser invisible una vez más. Las ayudas planteadas por el Gobierno no me alcanzarán. Porque mi trabajo no es estable, ni formal. Porque no tengo “papeles” y no puedo acceder a las ayudas planteadas. Y vivo con dureza la separación de mi familia que desde mi país lucha contra el mismo enemigo pero con muchos menos medios. Porque también son invisibles.

Siento como tú  y quizás ahora que te sientes así me puedas ver y alzar tu voz conmigo para que nadie tenga que vivir así nunca más. Porque para mi el Estado de Alarma es un estado permanente en cuanto a limitaciones, presión y angustia. Tenemos la oportunidad de que esta tremenda desgracia al menos sirva para removernos como sociedad global y pongamos la Vida en el centro de las decisiones.

Quiero mirarte y que me mires y junt@s construir un lugar mejor para tod@s. No mires para otro lado y recuérdame cuando te sientas como yo. Sigo a tu lado.

Este breve artículo es una llamada para visibilizar la vulnerabilidad que ya tenían antes,  y que hoy se ha agudizado, miles de personas inmigrantes indocumentadas en nuestro país. Especialmente, la situación de la población negroafricana que sufre la mayor invisibilidad y barreras, sobre todo las mujeres. Vendedor@s ambulantes, temporer@s, empleadas de hogar, madres solas con hij@s a cargo que hoy se han quedado sin ningún ingreso y sin poder salir. Y a l@s que el sistema ya asfixiaba y les hacía pelear y desplegar toda su fuerza e ingenio. Y ahora está situación les ha golpeado duro de verdad.

Su vulnerabilidad no es fruto del azar sino de las políticas. No es falta de capacidad o esfuerzo de estas personas, sino de la frontera permanente que enfrenta la población negroafricana en España. La misma discriminación que hacemos con sus países. Tristemente poco se está hablando de cómo afecta y afectará a África el coronavirus  y que va a hacer la comunidad internacional.

Porque para ell@s no hay acceso real a las vías legales ni seguras (apenas un 5% de los visados son para todo un continente con más de 1.000 millones de habitantes), condenándoles a las vías ilegales y violentas.  Porque las mujeres negroafricanas son discriminadas incluso en el empleo doméstico (uno de los pocos nichos de trabajo). Porque sin papeles no puedes ni acceder a las guarderías para poder dejar a tus hijos y trabajar. Porque sus hijos dependen de la situación administrativa que ellas tengan y si los pierden, sus hij@s, menores, pueden pasar a estar irregulares.

Llevamos 13 días de confinamiento y aún no hay respuesta para ellas. Son necesarias medidas de protección con urgencia y realizar una reforma profunda de las leyes para no permitir que personas vivan en este estado de alarma permanente.

Autora: Beatriz Suárez Relinque. Investigadora activista de Derechos Humanos

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